Los primeros años de vida son los más importantes para el desarrollo de nuestro sistema visual. «Los niños, desde que nacen, están permanentemente aprendiendo infinidad de cosas gracias a la plasticidad de su cerebro. Una de las más importantes y complejas es el desarrollo de su sistema visual. Para ello es necesario que el niño presente unos ojos sanos y una vía visual adecuada», tal y como afirma el Dr. Rafael Melián, oftalmólogo de Eurocanarias Oftalmológica.
Cinco motivos para acudir al oftalmólogo con tu hijo
El primer signo que nos ha de alertar es la leucocoria, que consiste en la ausencia de un brillo rojizo característico que aparece al iluminar la pupila del niño desde unos 30 centímetros. La leucocoria, según apunta el doctor, puede estar presente desde el momento del nacimiento o en los primeros meses de vida. Si este defecto apareciera habría que realizar un estudio oftalmológico tan pronto como fuera posible para descartar entre otras patologías, una catarata congénita, un desprendimiento de retina o un retinoblastoma (tumor ocular congénito muy poco frecuente pero que no debemos olvidar debido a su gravedad).
Por otro lado, en niños con ojos aparentemente sanos, hay diversos detalles que pueden hacer sospechar que nuestro hijo tiene un defecto en la visión. El Dr. Melián destaca los siguientes:
- El estrabismo (desviación anormal permanente o intermitente de uno o los dos ojos)
- La astenopia (nuestro hijo se queja de dolores de cabeza, picor de ojos u otras molestias oculares)
- La tortícolis (desvía la cabeza para fijar la mirada en un objeto determinado)
- La pérdida de interés por juegos u objetos rápidamente.
¿Por qué es importante detectar los defectos refractivos en la infancia?
«Los defectos refractivos son los problemas visuales más frecuentes durante la infancia y se dividen en: miopía, hipermetropía y astigmatismo», apunta el doctor. Los adultos también padecen dichos defectos, no obstante la importancia de detectarlos y tratarlos durante la infancia es mucho mayor.
Si un niño no presenta un sistema óptico que genere una imagen adecuada para que su cerebro la interprete, puede derivar en problemas del aprendizaje visual. Este hecho se conoce como ambliopía, comúnmente conocido como “ojo vago” y es especialmente frecuente cuando uno de los dos ojos sufre mayor defecto refractivo que el otro.
¿Cómo se tratan los defectos refractivos en los niños?
Afortunadamente el tratamiento de los defectos refractivos es muy sencillo y se basa en el uso de gafas graduadas, de esta forma el sistema óptico ayudado por la gafa producirá una imagen nítida fácilmente asimilable por el cerebro.
Hay ocasiones en las que la ambliopía ya está instaurada en uno de los dos ojos y, a pesar del uso de las gafas, la visión no acaba de mejorar todo lo que deseamos. En esta situación será necesario el uso de parches, ocluyendo así el ojo sano y obligando al vago a desarrollar su potencial. El número de horas de oclusión diaria y la duración del tratamiento vendrá determinada por la visión inicial, la edad y la propia mejoría del niño, por lo que se trata de un tratamiento personalizado.
El pronostico visual de un ojo vago está en relación a la visión máxima corregida en el momento del diagnóstico y especialmente se relaciona con la edad en el momento del diagnóstico. Cuanto más pequeño sea nuestro hijo, mejor pronóstico tendrá ya que contaremos con más tiempo efectivo de tratamiento y una mayor plasticidad cerebral.
«La primera revisión oftalmológica entre los 3 y los 4 años»
Por lo tanto, aunque creamos que nuestro hijo tiene buena visión y no presente ninguno de los síntomas oftalmológicos previamente descritos, no debemos confiarnos. Durante los primeros años de vida, el pediatra realizará exámenes oftalmológicos y derivará al oftalmólogo en caso de encontrar alteraciones. A pesar de ello, es recomendable una primera revisión oftalmológica entre los 3 y los 4 años porque si en dicha primera consulta se detectara alguna patología que había pasado desapercibida, tendremos un margen de tiempo suficiente para combatir dicha alteración, ya que el desarrollo visual se realiza hasta los 8-10 años de vida.
¿Se puede realizar una revisión oftalmológica antes de esa edad?
A la hora de realizar un examen oftalmológico se necesita colaboración del paciente (la propia toma de la agudeza visual es subjetiva y está sujeta a la concentración que quiera prestar el niño) por tanto, en niños menores a tres años en los que no haya patología evidente la consulta puede ser poco clarividente, según explica el Dr. Melián.
«En la actualidad cuatro de cada 10 niños es usuario de gafas, gracias a ellas podrán mantener un adecuado rendimiento escolar y un correcto desarrollo visual», concluye.
¿Quieres conocer más sobre los principales problemas oftalmológicos de los niños? Aquí tienes todo lo que debes saber.