Durante el periodo navideño el centro de ciudades como Las Palmas de Gran Canaria o Santa Cruz de Tenerife se transforma en un gigantesco mosaico de luces que embellecen calles, carreteras y edificios con deslumbrantes florituras eléctricas que, al mismo tiempo, pueden tener consecuencias para nuestra salud visual.
Según el codirector médico de Eurocanarias Oftalmológica, el Dr. Humberto Carreras, debemos tener en cuenta que «en algunos casos los cambios repentinos de luminosidad presentan ciertos inconvenientes para algunas personas, sobre todo en algunos pacientes oftalmológicos como los afectados por cataratas que son especialmente sensibles a los deslumbramientos».
Precisamente uno de los síntomas iniciales de las personas afectadas de cataratas, según este oftalmólogo, es que además de ver más borroso y los colores más apagados o amarillentos, las luces pueden causarles halos y más deslumbramiento del habitual.
En estos días festivos se incrementa el número de desplazamientos nocturnos y es necesario que extrememos la precaución. Una de las consecuencias del alumbrado nocturno en las calles son los deslumbramientos de los conductores que circulan por ellas. Al menos el 70% sufre estos problemas al volante. En el caso de personas con trastornos de la visión y mayores de 50 años son más acusados y pueden ocasionar accidentes.
El riesgo de siniestros durante la conducción es mayor en personas afectadas por defectos refractivos de la visión como hipermetropía, astigmatismo, miopía y también los pacientes de glaucoma, «tienen problemas de adaptación de la pupila y con ello aumenta el tiempo de respuesta al cambio de luz, apunta el propio Dr. Carreras”.
A medida que envejece el ojo, el halo que rodea una fuente luminosa (como bombillas, faros y farolas) aumenta, según un estudio de la Universidad Complutense de Madrid. Eso provoca que a partir de los 50 años cueste cada vez más percibir con claridad los objetivos detrás de un halo luminoso.
En este sentido, una investigación austríaca publicada en 2013 comprobó que las personas de ojos azules tenían unos niveles significativamente más altos de luz difusa intraocular, por lo que “podrían experimentar deslumbramientos discapacitantes en situaciones diarias como la conducción nocturna con más frecuencia que otras”.