· Conjuntivitis, úlceras y afecciones en la córnea son otras de las patologías asociadas a este hábito
· Los especialistas aconsejan operarse antes de sufrir ceguera, ya que antes incluso de los primeros síntomas, la catarata puede ser corregida
· Los oftalmólogos animan a los fumadores a acudir a las consultas, dado que pertenecen a un grupo de riesgo
Los oftalmólogos canarios advierten de que fumar aumenta en un 40% el riesgo de padecer cataratas. Además, es el responsable directo de otras patologías como las úlceras, la conjuntivitis o las lesiones en la córnea, entre otras. Esto erradica el viejo mito de que el tabaco es dañino solo para la boca, garganta y pulmones.
Precisamente los ojos son uno de los órganos más sensibles a su acción nociva. El doctor Humberto Carreras, codirector médico de Eurocanarias Oftalmológica insiste en la necesidad de someterse a más controles oftalmológicos en el caso de ser fumadores, ya que nuestros ojos corren un serio peligro de enfermar. Por ello, este centro especializado ha puesto en marcha una campaña de revisiones gratuitas para la detección precoz de las cataratas.
La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que “Se considera que el tabaco causa o agrava varias afecciones oculares. El porcentaje de personas con opacificación del cristalino que impide el paso de la luz y puede causar ceguera, es un 40% mayor entre los fumadores”. Por ello, insta a abandonar su consumo cuanto antes.
El tabaco provoca la aparición de cataratas por dos mecanismos: la irritación directa de los ojos y la liberación en los pulmones de sustancias químicas que llegan a los ojos a través del torrente sanguíneo. El consumo de tabaco también se asocia con la degeneración macular relacionada con la edad, una oftalmopatía incurable causada por el deterioro de la zona central de la retina, llamada mácula. En esta zona se enfocan las imágenes, lo que nos permite leer, conducir vehículos, reconocer rostros o colores y apreciar los detalles de los objetos. “Esto afecta radicalmente a nuestra calidad de vida”, recuerda el doctor Carreras.
Primer síntoma
El primer síntoma de la enfermedad es la disminución progresiva, nunca brusca, e indolora de la agudeza visual. Además se ve borroso, con pérdida del contraste de luz (los colores se ven sin intensidad ni brillo). Otros síntomas son el deslumbramiento nocturno o diurno por las luces, que se ven con una aureola brillante, y que impiden conducir o leer; la necesidad de cambiar frecuentemente las gafas en las personas con miopía, o la visión con halos o amarillenta.
La única solución a esta patología es la cirugía. Esta operación es indolora y, gracias a los avances actuales, dura tan solo 10 minutos y el posoperatorio es sencillo. En tan solo 24 horas el paciente estará recuperado y podrá volver a hacer vida normal.