En los meses de verano se abandona la rutina y, en muchas ocasiones, también los cuidados de la salud ocular. Esta circunstancia, unida a la sequedad propia de la estación, la radiación solar y el exceso de polvo pueden provocar infecciones o alergias en los ojos.
Precisamente para recordar que en verano se debe extremar el cuidado de la salud ocular, Vithas Eurocanarias Instituto Oftalmológico organiza todos los años la campaña informativa ‘Ojo con los ojos’. Durante estos meses nuestros profesionales intervienen en medios de comunicación ofreciendo recomendaciones sobre salud ocular y, al mismo tiempo, reforzando la información en nuestros canales informativos. Además, se ha elaborado un folleto con todas las recomendaciones que ofrecen los especialistas para disfrutar del verano sin sufrir daños oculares.
No obstante, si sientes síntomas o molestias en los ojos acude inmediatamente a la consulta del oftalmólogo. Siempre hay que tener ojo con los ojos pero especialmente en verano.
Gafas de sol y acuáticas para evitar daños
En verano se pasan muchas horas en la playa y en la piscina, por lo que se entra en contacto a diario con el sol, el cloro o el agua salada. En ocasiones, esto puede causar sensación arenosa, enrojecimiento, picor…
Para prevenir estas molestias o infecciones oculares se debe evitar el contacto directo con el agua clorada o salada. Los oftalmólogos recuerdan que es importante utilizar gafas acuáticas, ya que sirven de barrera contra contagios bacterianos o víricos.
Los efectos del sol en el globo ocular
Los efectos que produce el sol en el globo ocular pueden llegar a acumularse en las estructuras oculares y aparecer pasado un tiempo. Estas lesiones pueden derivar en enfermedades de la retina o catarata, dos enfermedades comunes de esta época del año.
Con el objetivo de prevenir dichas lesiones, en la campaña ‘Ojo con los ojos’ recomendamos utilizar gafas de sol homologadas, que protegen de la radiación ultravioleta, y una baja exposición directa al sol. Se deben utilizar especialmente en momentos de alta intensidad lumínica como el ocaso, sobre todo si está conduciendo porque disminuye el lagrimeo o la sensibilidad lumínica.
Extremar la precaución en los niños
Los ojos de los niños son más sensibles a la luz solar que los de las personas adultas, ya que el cristalino no regula bien la penetración de la radiación. Por ello debe extremarse los cuidados en verano en los menores.
Se recomienda el uso de gafas de sol desde los cinco años, porque a partir de esta edad pasan más tiempo al aire libre sin ningún tipo de protección en los ojos. Esto puede conllevar una aparición temprana de cataratas u otras enfermedades como el pterigion (crecimiento anómalo de la conjuntiva sobre la córnea) o daños en la retina.
El suero fisiológico para frenar la sequedad
En verano aumenta el polvo en suspensión lo que contribuye a aumentar los picores, la sequedad o las alergias oculares. Para aliviar estos síntomas se recomienda emplear colirios adecuados, siempre bajo prescripción médica.
Además, los oftalmólogos aconsejan limpiar las manos frecuentemente, evitar el contacto con los ojos y las actividades al aire libre en las horas de mayor cantidad de polen, es decir, hasta el mediodía.
Es muy importante mantener los ojos hidratados con sueros fisiológicos y lágrimas artificiales para evitar que el ojo se reseque.
Uso de lentes de contacto en verano
Muchas personas utilizan lentes de contacto antes de operarse de miopía, hipermetropía o astigmatismo porque comodidad y estética.
Las lentes funcionan como una esponja y en cuanto se abren los ojos en el agua se empapan de sustancias que se quedan en el ojo y pueden ser perjudiciales, por lo que se deben quitar antes de bañarse.
Además, la sequedad que ocasionan las lentillas puede favorecer la aparición de queratitis (daños en la superficie de la córnea), que suponen una vía de entrada de infecciones por gérmenes, algunos específicos del agua de la piscina.
La higiene de estas lentillas debe ser siempre rigurosa, sobre todo en verano porque está en contacto con diferentes tipos de agua y agentes externos que pueden aumentar el riesgo de sufrir una infección ocular.