La miopía es un defecto refractivo por el cual la imagen se forma por delante de la retina, tanto más lejos de la retina cuanto mayor es la graduación. Normalmente las miopías son axiales, lo que significa que el ojo es más largo de lo normal, al crecer aumentan las dioptrías y su consecuencia es que el paciente ve bien de cerca y borroso de lejos.
Una de las principales causas de fracaso escolar
La miopía tiene un fuerte componente hereditario: si uno o ambos padres son miopes, los hijos tienen el doble de posibilidades de desarrollar la condición. Por ello, si tu hijo muestra signos de miopía o tiene antecedentes familiares, es fundamental actuar con rapidez. Nuestro equipo de especialistas está preparado para brindar un diagnóstico preciso y frenar el avance de la miopía, asegurando que tu hijo pueda disfrutar de una visión saludable y un desarrollo escolar sin obstáculos.
No esperes a que los problemas de visión afecten al futuro de tu hijo. Agenda hoy mismo una cita a través de nuestro formulario web o llamando al 922 53 47 30.
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Síntomas de la miopía infantil
Estos son los síntomas que pueden alertar a los padres sobre el desarrollo de miopía en su hijo/a:
- No ve bien la pizarra en el colegio.
- Se sienta muy cerca de la televisión para verla.
- Lee muy cerca de la página.
- Entrecierra los ojos para ver mejor.
- Dibuja figuras grandes para verlas bien.
- Problemas de aprendizaje escolar.
- Dolores de cabeza.
¿Por qué los niños desarrollan miopía infantil?
Hay diferentes causas por las que un niño/a puede desarrollar miopía:
- Causas genéticas. En muchos casos la miopía es hereditaria. Los hijos de padres miopes tienen mayor probabilidad de desarrollar este defecto de refracción.
- Factores ambientales, como la falta de tiempo al aire libre o el uso excesivo de dispositivos electrónicos.
¿Qué consecuencias puede tener una miopía infantil no diagnosticada?
La detección precoz de la miopía es clave para frenar su desarrollo y, sobre todo, evitar consecuencias en la salud visual cuando llegue a la edad adulta.
Los estudios afirman que un niño de 10/11 años con una miopía leve, tiene una probabilidad del 11 % de tener una miopía de 6 dioptrías o más cuando llegue a los 20 años (miopía magna). Además, tiene una probabilidad del 2% de adquirir una discapacidad visual.
A esto se suma el aumento del riesgo de desarrollar problemas o patologías oculares como el desprendimiento de retina o problemas de mácula, glaucoma o cataratas.
La importancia de las revisiones oftalmológicas en los niños
Además de para comprobar que su visión se desarrolla de manera adecuada, es importante que se realicen revisiones oftalmológicas periódicas en los más pequeños para diagnosticar de forma temprana ciertas enfermedades oculares frecuentes.
La rapidez con la que se actúe garantizará que el niño/a tenga una buena salud visual en el futuro. Muchas enfermedades oculares son consecuencia de un diagnóstico tardío en la niñez.
También se ofrecen recomendaciones a los padres y niños para tener una buena salud visual.
¿Cómo se controla la miopía en niños?
Lo más importante es realizar una revisión oftalmológica a partir de los 3-4 años para detectar precozmente la aparición de miopía. Es especialmente necesario si existen antecedentes familiares de miopía u otros problemas oftalmológicos.
Además, en la consulta se elabora un historial clínico del niño con datos y antecedentes médicos del menor y de su familia. Así establecemos el riesgo de evolución de las dioptrías o de desarrollo de otras patologías oculares.
Según el riesgo que presente las revisiones se repetirán anualmente o con una frecuencia menor.
¿Qué tratamientos existen para controlar el avance de la miopía?
Los distintos tratamientos dirigidos a controlar la progresión de la miopía están indicados en pacientes que empiezan a ser miopes o aquellos cuya miopía sigue progresando de manera evidente. Esto ocurre especialmente desde la infancia hasta alrededor de los 20 años, a partir de esa edad, es cuando puede seguir aumentando la miopía pero las progresiones suelen ser menores.