Los últimos estudios indican que la mitad de la población será miope en 2050 debido a un uso ‘excesivo’ de la visión de cerca.
Ya en 2010 el 28% de la población mundial era miope, según datos del International Agency for the Prevention of Blindness.
La sociedad utiliza poco la visión de lejos
La miopía es un defecto refractivo que aparece en niños y adolescentes y aumenta hasta la edad adulta. El trabajo o las responsabilidades escolares obligan a pasar mucho tiempo en espacios cerrados, con luz artificial y utilizando dispositivos móviles u ordenadores.
Esto provoca que la sociedad utilice cada vez menos la visión de lejos y aumenta el uso de la visión próxima lo que está provocando una miopización progresiva.
Aumento de pacientes con alta miopía
A día de hoy el 15% de los miopes sufren alta miopía, una cifra que aumentará hasta el 20% en tres décadas.
Los especialistas advierten que tener más de 8 dioptrías puede llevar asociados determinados riesgos que pueden derivar en una pérdida severa de visión, como el glaucoma miópico o el agujero macular miópico.
Además, los altos miopes tiene altas probabilidades de sufrir degeneración macular. Actualmente, esta patología está provocando numerosos casos de ceguera en Asia o en países industrializados.
La diabetes, una epidemia mundial
El sedentarismo y una alimentación poco saludable contribuyen a un aumento de la obesidad y del desarrollo de diabetes. De hecho, la diabetes ya se considera una epidemia global que se ha duplicado en los últimos 30 años.
Esta enfermedad puede tener graves consecuencias en la salud si no se sigue un control adecuado. Una de las que más preocupa es la limitación visual, ya que una descompensación metabólica puede provocar retinopatía diabética.
Esto se produce debido al daño de las células y los vasos sanguíneos de la retina que se vuelve más permeable y frágil si el paciente mantiene unos niveles altos correctos de azúcar en sangre.
En los países industrializados la retinopatía diabética ya es la primera causa de ceguera en edad laboral. Afecta en diferente grado a uno de cada tres personas con diabetes.
El principal problema es que se trata de una patología asintomática, que puede ser detectada a tiempo mediante controles y revisiones periódicas en el oftalmólogo.